En la madrugada de hoy, la Cámara de Senadores completó la sanción de una ley que autoriza el aborto libre hasta los tres meses y medio de gestación y por causales sumamente amplias hasta el término del embarazo.

La nueva norma repugna al más elemental sentido de justicia, el de dar a cada uno lo suyo. Así, priva a un ser humano de aquello que le es propio por su intrínseca dignidad: la vida. Atenta también contra el sentido común, pues llama “derecho” a un mal que debe evitarse. Ahora, la supervivencia del niño en gestación está supeditada a la voluntad de la madre, quien podrá ejercer un supuesto “derecho” sobre la vida de sus hijos. 

Cobardía, eufemismos, sentimentalismo, hipocresía e intereses mezquinos dominaron un debate plagado de mentiras e incoherencias, que culminó en la aprobación de una ley inicua que carga contra los más indefensos. Se legisló de espaldas a los vulnerables y con los ojos cerrados a la verdad. 

De aquí en adelante la mujer será la “medida de la vida” de su hijo por nacer; aunque ciertamente, no ha conquistado la libertad: mucho más que antes, será víctima de presiones de todo tipo para abortar.

Ninguna norma positiva, puede volver justo lo que es manifiestamente injusto. ¿Hay acaso algo más injusto que decidir quién puede vivir y quién no? Una ley que violenta la recta conciencia, no merece el nombre de ley y no hay obligación moral de cumplirla. Por el contrario, la ley injusta debe ser resistida por todos los hombres de bien.

La consagración del aborto como un supuesto “derecho” es, a fin de cuentas, el retorno a la ley del más fuerte en nuestro país. Frente a ello, no cabe sino redoblar nuestro trabajo por una Argentina justa, donde se cuide la vida y haya lugar para todos. 

Ciudad de Buenos Aires, 30 de diciembre de 2020

Miguel J. Haslop                                                               Francisco J. Roggero

                Presidente                                                                      Secretario